Coloquio INGEBI

Lunes 26 de Noviembre 13:20 hs.

Dr. Marcelo Yanovsky

Investigador Principal, CONICET
Fundación Instituto Leloir

¿Qué aprendimos en la ultimas dos décadas estudiando los ritmos circadianos en plantas, además que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos…?

Si bien es muy difícil definir qué es el tiempo, está claro que su existencia está vinculada al cambio. Sin cambio, no hay tiempo. Los seres vivos aprendemos esto rápidamente. La rotación de la tierra alrededor de su eje genera la alternancia del día y la noche, que traen aparejados cambios en luz y temperatura con una periodicidad de 24 horas. El movimiento de la tierra alrededor del sol, a su vez, genera ciclos de aproximadamente 365 días, también asociados a variaciones importantes en luz y temperatura, cuya magnitud depende de la latitud. Los seres vivos no hemos sido ajenos a estos cambios. La mayoría poseemos dispositivos endógenos, que llamamos relojes biológicos, que nos permite anticiparnos a los cambios diarios y estacionales del ambiente. Las plantas fueron los primeros organismos donde los ritmos biológicos controlados por los relojes endógenos fueron notados por la humanidad hace más de 20 siglos. Hoy en día poseemos un conocimiento importante sobre los mecanismos moleculares que permiten a los seres vivos en general, y a las plantas en particular, medir el paso del tiempo y ajustar el metabolismo, crecimiento y desarrollo en forma acorde. Contaré los avances alcanzados en las últimas dos décadas en el campo de la cronobiología vegetal,  mencionando además cómo el estudio de los mecanismos genéticos de los relojes ha permitido conocer aspectos relevantes de procesos biológicos básicos bajo su control, así como descubrir cómo la humanidad modificó inconscientemente los genomas de las plantas para permitir la expansión global de los cultivos inicialmente domesticados en regiones geográficas determinadas.